martes, 3 de diciembre de 2013
Alexander y Megan. 2. No entiendo nada
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Alexander y Megan. 1 - Sombra Nocturna
lunes, 9 de septiembre de 2013
Lorenzo y Jason. 6. Amor... Odio?
jueves, 5 de septiembre de 2013
NOTICIAS
Se que hace meses que no escribo ninguna entrada nueva. Lo se... Lo se... NO ME MATEIS!! JAJAJAJA
Estube algo liadilla. Pero espero poder pronto subir mas relatos nuevos y seguir con "Lorenzo y Jason".
Os ire avisando de todo por mi twitter a los/as que me sigais pero no entreis mucho por blogger.
Os espero proximamente con mas relatos!!!
Bye bye :)
martes, 26 de marzo de 2013
Heartbreaker
Me avisaron, me dijeron una y otra vez que era una rompe corazones, pero no quise escuchar nunca. El amor me cegó la razón.
¿Y ahora que? Ahora trato de seguir en pie sobre las tablas de nuestra función. Miro el CD que ella me regaló y suelto una pequeña lágrima. Eran nuestras canciones.
No puedo describirte,
no puedo siquiera nombrarte.
Sólo son líneas que caen sobre el papel
intentando dibujarte.
Y más y más lágrimas. No puedo más. Me siento en el cementerio de la soledad.
Apago el reproductor bruscamente y salgo a la calle cabreado. Tengo que hablar con ella. Necesito hablar con ella más bien. Porque... cual fue el error de los últimos besos? Arranco y voy camino a su casa. A su nueva casa. A la casa de su nuevo novio. O más bien, de su nueva víctima.
¡SI NI SIQUIERA HACE DOS SEMANAS QUE ROMPIMOS!
Estoy cabreado, mucho. La odiara con toda mi alma, pero la quiero. Empiezo a tener recuerdos mientras voy en su busca, cabreado, conduciendo cada vez más y más rápido. Aquel día que fuimos a la playa, aquel chaparrón en París en un día de mayo, cuando te dije que te quería conmigo toda la vida...
Pero de pronto todos mis pensamientos se sumieron en una profunda oscuridad. Cuando recuperé la consciensciencia reparé que mientras pensaba en ella, me olvidé de todo, cuando vi aquella curva ya era demasiado tarde. Iba a 120 y ya me era imposible frenar a tiempo. Con todas esas, clavé los frenos y giré en un intento de salvar la situación. Lo único que conseguí fué dar un par de vueltas de campana y acabar en medio de la nada boca abajo. Así que en el silencio de esta ciudad empezaron a sonar sirenas, no podía ver nada. Me dolía todo el cuerpo y la sangre se me subía a la cabeza. Tenía una pequeña brecha en la frente y la sangre me manchaba todo el pelo. Solo sentía que quería volver. Pero ya no para suplicar que vuelvas, ahora me doy cuenta de que es mejor así. Si no para luchar por una nueva vida. Ahora me doy cuenta de que lo nuestro ya se fue y de que no va a volver.
Una voz, una dulce voz me acaricia la mano y me anima a luchar por vivir, "Eres demasiado guapo para morir". Me rio e intento abrir los ojos, pero el reir hace que me duela el pecho.
-No te rias, rubiales. Vamos a sacarte de aquí, abre los ojos anda.
Abro los ojos poco a poco, empieza a entrar algo de luz entre ellos y la puedo ver, es de pelo castaño, corto y aplastado ligeramente por la gorra... de policía. Pero es guapa, tiene los labios voluminosos y unos ojos castaño-dorados, bajo ellos hay unas pequeñas pecas.
En ese momento siento que todo vuelve a renacer en mi interior, esos sentimientos que estaban llenos de dolor vuelven a revivir y de una manera tan pura y buena que me emociono.
martes, 19 de marzo de 2013
Tu mayor tesoro.
lunes, 18 de marzo de 2013
Lorenzo y Jason. 5. El mal tiene muchas caras.
-Ven, pequeña, ven. No te voy a hacer daño.
Ambos sabían que aquello era una gran mentira, pero con todas esas, la joven se acercó al hombre. La agarró por el mentón e hizo que lo mirase a los ojos.
-Así me gusta pequeña, que seas obediente.
Los grandes ojos rojos del hombre le daban asco, repugnancia, se le revolvían las entrañas. Pero ese hombre era más fuerte que ella.
-¿Que quieres de mi?
El hombre se rió con ganas, y con un simple movimiento de muñeca, la tiró al suelo dejándola tumbada mirando cara él. Se arrodilló a su lado y la miró amenazadoramente.
-Te voy a dar varias reglas que debes de seguir. La primera, me obedecerás a todo lo que te ordene. Sin rechistar ni intentar evitarlo. La segunda, no preguntes si no te doy permiso para ello. Te cortaré la lengua. La tercera. No intentes nada extraño. O te mato. ¿Te ha quedado clarito?
La joven asintió con la cabeza, asustada.
-Ahora, vete a tu habitación. ¡YA!
La chica salió corriendo e hizo lo que el hombre le mandaba. No lo quería obedecer, pero no le quedaba otra. Tenía que hacerlo o morir. Se arrinconó en una esquina de la habitación y se puso a llorar. La verdad es que quizás la muerte no era tan mala. Después de tantos siglos viviendo la vida ya era bastante aburrida.
"¿Por qué salí a escondidas de casa de James?, ¿Por qué no me quedé como me dijo él?" Se repetía la joven una y otra vez.
La vio salir del salón como alma que lleva el diablo, pero teniendo en cuenta en la compañía en la que estaba, casi se podría decir que estaba escapando del mismísimo Satán.
El sonreía, le hacía gracia lo asustada que estaba la joven. Y a la vez, le encanta. Es muy guapa. Muy mona. Esos rizos pelirrojos y esas pecas le quedan muy bien. Pero es un simple pasatiempo.
Por ahora no le apetece hacer nada. Esperará unos días a que le apetezca mucho más. Mientras, tiene que pensar de que forma la matará.
miércoles, 27 de febrero de 2013
Lorenzo y Jason. 4. Rephaim
martes, 12 de febrero de 2013
Mascarada
Cerró la puerta y el carruaje salió de aquella mansión.
La música de la orquesta se escuchaba fuera. En camino estaba completamente iluminado con unos pequeños candelabros de aceite.
-Elisabeth. Ponte el antifaz.
Resople y lo hice. No me gustaban las mascaradas. Pero para nada.
Mi tía me enlazó nuestros brazos y casi tiraba de mi para entrar en aquella mansión.
-La duquesa Fayrchild y su sobrina.
Y su sobrina. Siempre era presentada así. ¿Por que? Pues por que yo no tenía ningún titulo. Ninguno. Mi padre. El hermano de mia tía. Había sido desheredado y obligado a desprenderse de todos sus titulos al casarse con una criada. Algo que sus padres. Mis abuelos. No permitian. Una vez que ambos murieron. Hará poco menos de dos años, mi tía me acogió. Decía que yo no tenía culpa de las decisiones de mi padre.
Así que aquí estoy. Bajando estas fabulosas escaleras que llevan al salón de baile, sugetando el vestido un poco el alto para no tropezar con el y sugentado a su vez la mascara.
Me sentía un poco torpe. Todas las que alli estaban bailando parecian cisnes. Yo en cambio. Era el patito feo.
Seguí a mi tía en silencio tras la gente toda. Tropecé con varias, que me miraron mal al interrumpirles el baile.
Entre varios "Perdón", "Disculpad" y "Lo siento" llegamos a un grupo de gente a la cual mi tía saludo.
Entre ese grupo de gente. Había un joven. Llevaba un antifaz blanco con lineas doradas y negras. Su ropa era beige y con lineas tambien doradas. A traves del antifaz, podía ver sus ojos. Los cuales eran de un verde almendrado y con largas pestañas. Me derretí con solo verlo.
No literalmente, claro. Pero es que en todos los años que llevaba viendo los rostros de la gente. Nunca había visto a nadie como el.
-Elisabeth. Este es el hijo del Duque de Wertz, Sebastian.
Creo que en ese momento me sonrrojé bastante. Le hice una pequeña reverencia y lo saludé.
-Le importaría concederme este baile, señorita Elisabeth.
-Encantada.
Puso su mano y yo puse la mia sobre la suya a la vez que nos dirigiamos a la pista de baile.
Mientras bailabamos. Era incapaz de apartar la mirada de sus ojos. Eran preciosisimos.
-¿Le apetece dar un paseo por el jardín, señorita Elisabeth?
Asentí y acompañe a Sebastian a los jardines.
Despues de dar un paseo y estar charlando un rato, nos sentamos en un banquito de piedra que había bajo un gran roble.
-¿Elisabeth, podría ver su rostro? Ya se que me gustan sus ojos grises y su pelo castaño. Pero me gustaría ver su cara completamente.
El se quitó su antifaz y me miró espectante. Era aun más guapo sin el antifaz. Mucho mas guapo. Ante su mirada. Dejé caer el brazo lentamente y el me agarró la cara con sus manos.
-Eres aun más guapa de lo que pensaba...
Comenzó a acercar su cara a la mia lentamente. Estaba cada vez más cerca. Y justo cuando sus labios iban a tocar los mios, escuché unos gritos de mi tía.
-¡Elisabeth! ¡Elisabeth!
Miré a Sebastian y le dije a la vez que me levantaba.
-Espero que nos volvamos a encontrar.
-Eso espero yo tambien.
lunes, 11 de febrero de 2013
Enamorada... De Ti...
Te sientes feliz. Por que sabes que hoy es el dia. Hoy es el gran día.
Piensas en el. En esa persona que te tiene robado el corazon. En esa persona que lo unico que hace es hacerte feliz.
Y tu estas enamorada. Locamente enamorada. O incluso mucho mas que eso. Para ti el lo es todo. Para ti el es lo mejor del mundo. Es una pieza de tu corazon que encaja perfectamente en su lugar. Y sabes que nadie encajaria igual de bien.
Eres feliz. Y no te importa que todo el mundo lo sepa. Es más. Quieres que todo el mundo lo sepa.
Hoy es el gran día. "Hoy lo veo". Piensas.
Te levantas y ves tu vestido blanco encolgado en la puerta. Sonrries nuevamente al imaginarte con el puesto en unas horas.
"Si, hoy es el gran día".
martes, 5 de febrero de 2013
Carreras ilegales
Aunque bueno. Aire fresco no era precisamente. El aire de la ciudad está realmente contaminado.
Aunque conparado con el aire de su oficina. Si, se le puede llamar aire fresco.
Cruzó para meterse en el aparcamiento que había justo en frente. Metió su maleta y la chaqueta de su traje en la parte trasera de su coche.
Salió a toda velocidad de aquel aparcamiento y se fué a las afueras. Allí habia quedado con su amigo y con otro grupo que, según decía Alex, eran "un criajos de poca monta que se van de buenos cuando no valen nada. Todo lo que tienen es por el dinero de papá. Y eso no les ayuda en nada".
Tenian organizada una pequeña carrera, ilegal, como casi todas. Pero era la mejor manera de ganar dinero.
-¿Que tal, Alex? Ya pensabamos que no ibas a venir.
Su amigo, Stefano, llevaba la competición en las venas. Su padre, su tío, su abuelo... Todos eran corredores. Y el no se iba a quedar atras.
-¿Alguna vez me he echado atras, Stefano? Sabes que no. Además, le tengo muchas ganas a esos M3 de esos criajos. ¿Tu no?
-La verdad es que si. Yo me pido el rojo.
-No hay problema. Para ti. A mi me gusta más el negro.
Los dos chicos de los M3 se acercaron a ellos. No parecian Italianos. Como ellos. Iban demasiado pijos.
-Inglesitos, ¿preparados para morder el polvo?
-Eso lo tendríamos que preguntar nosotros.
Ambos jovenes se rieron. Con ganas y mirandose el uno al otro. ¡Ni que fueran a ganarle esos pijos de poca monta!
Sus carcajadas se detuvieron en el momento en que que apareció un pequeño porche amarillo y de el salierón dos chicas morenas muy guapas.
-Que, vais a empezar ya o me largo. -Dijo una de ellas.
Los ingleses la miraron con cara de asco. Los otros dos saludaron a su amiga.
-Bien, recordar. Salis de aqui cuando yo tire el pañuelo. Dais la vuelta en la rotonda, volveis y sale el segundo conductor. Sobre todo. ¡El segundo no puede salir sin que primero alla llegado el compañero! ¿Entendido?
Todos asintieron.
Se metieron en sus respectivos coches y se situaron.
-Esto va a ser interesante... -Decía Alex.
Justo en ese momento, la chica tiró el pañuelo y uno de los ingleses y Stefano arrancaron a la vez.
Empezó mejor su amigo, aunque igualmenfe estaba muy ceñida la carrera. Adelantaba uno y adelantaba el otro. Llegaron a la rotonda. Ambos por la derecha. Pero el ingles, dió un volantazo y Stefano se salió de la pista.
Ambos Italianos empezaron a decir obscenidades. Y como no. Aquellos ingleses hacían trampas. Y Alex se lo haría pagar. Fuese dentro o fuera de la pista.
El italiano llegó, por lo que el otro también salió.
-Vamos Stefano... Vamos....
Cuando al fin llegó Stefano, Alex salió como alma que lleva el diablo. Iban en desventaja, y no quería perder su Subaru. ¡Ni en broma!
El italiano dió la curva, pero no contaba con que Alex, se le pusiese delante por sorpresa cuando ya enfilara la recta.
Dió un volantazo que Alex aprobechó para igualarlo. Ambos iban muy a la par. Y justo antes de llegar, Alex activó el Nitro.
-¡Hijos de puta!
-Dejate de tonterías, vamos. Dame los papeles del coche. ¡Ese rojo ahora es mio!
Cuando Alex bajó del coche abrazó a su amigo y se pusieron a saltar.
-Grande, Alex. ¡Eres grande!
lunes, 4 de febrero de 2013
Es amor es la droga más fuerte.
-Otra canción relacionada con amor. Pues mira tu que bien. El amor es precioso.
Leire apagó la radio y suspiró. Estaba hundida, y esas canciones no la ayudaban a ser feliz. Hacía ya un mes que Carlos y ella habian roto. Pero ella aun no lo había superado.
Y no creia poder hacerlo nunca.
Se levantó de la cama y se miró al espejo. Tenía ojeras. Y muy marcadas.
-Soy un autentico desastre.
Se maquilló un poco para ocultar cualquier rastro de las lagrimas de esa noche, se cambió de ropa y se hizo una coleta antes de bajar al mismo de bar de todas las mañanas.
Si, ella sabia que no debería de ir allí. Ya que aquel bar está lleno de recuerdos para ella.
En aquel bar lo conoció, en aquel bar pasaron muchas mañanas y tardes, en aquel bar... El la dejó.
Cuando llegó a aquel bar se sentó en el mismo sitio de siempre, sin mirar a las demás personas que allí charlaban animadamente y desayunaban.
El camarero le trajo un café como el de siempre. La conocian. Y no hacía falta que dijese siempre su pedido.
-Gracias.
Dijo la joven con una leve sonrrisa.
Ellos no tenian la culpa de la desgracia de la chica. Y ella intentaba que no se notase. Aunque sin mucho éxito.
-¿Puedo sentarme?
Un joven. Alto, de cabello castaño, con ojos de color verde almendrado, el pelo engominado y vestido con unos vaqueros y una sudadera señalaba la silla que estaba frente a la joven.
Esta no pudo más que afirmas. Las palabras no conseguian salir de su boca.
-Leire. Necesito hablar contigo. -Dijo el joven mientras se sentaba.
No dejaba de mirarla. Era como si llevase años sin verla.
-Carlos. Me dijiste que no me querías volver a ver.
-Lo se, pero es que desde que pasó aquello, en el que te dije todo eso. No pude dejar de pensar en ti ni un solo minuto. Te echo muchisimo de menos, Leire. Y se que estás en todo tu derecho de mandarme a la mierda. Se que fui injusto contigo. Injusto con lo nuestro. Y ahora me doy cuenta. Si. Lo se. Puede que sea tarde. Puede que ya estes con otro chico que te haga más feliz que yo. Incluso más guapo. O ya puestos. Con alguien que tiene trabajo estable, con el que ya no tengas por que preocuparte en llegar a fin de mes. Alguien lo opuesto a mi. Pero Leire. Yo... Aun te amo.
El joven agachó la cabeza e intentó ocultar sus lagrimas. La quería. Si que la quería.
Leire, por otra parte. Estaba en estado de shock. Le llevó un buen rato hablar. Pero cuando lo hizo, fue concisa.
-Nunca habrá nadie mejor que tu, Carlos.
Este la miró y vió la cara de la chica. Estaba sonrriendo levemente y una pequeña lagrima discurria por su cara.
-¿Me perdonas?
-Siempre te perdonare, mi amor.
lunes, 21 de enero de 2013
Maldito temporal
De repente, no sé cómo, todas las luces de la calle se apagaron. Busqué mi móvil en el bolso y tampoco encendía. Se me había olvidado cargarlo. Así que estaba sin batería.Algunas de las personas que también estaban en la calle, empezaron a chillar (principalmente los niños), otras a correr. Otras sencillamente, como yo. Siguieron andando como si no pasase nada.Cuando llegué al edificio, me encontré con que no podía abrir la puerta. Empujé un largo rato para ver si así lograba entrar, pero era inútil. La puerta era electrónica, así que hasta que no volviese la luz veía complicado entrar.
-Perdone… -Un chico a mi espalda que llevaba un gran montón de carpetas entre los brazos me miraba inquisitivamente. – ¿Le importaría abrirme la puerta? Es que ahora mismo no puedo hacerlo yo, ya ve lo cargado que estoy.
-Lo haría, pero es que no abre. –Me encogí de hombros.
El chico dejó caer la cabeza sobre el montón de carpetas y suspiró.
-¿Y yo ahora que hago?
Volví a encogerme de hombros y me lo quedé mirando.
-Mira, tengo una idea. –Siguió hablando. – ¿Me puedes coger un par de carpetas mientras yo intento solucionar esto?
Puse los ojos en blanco y accedí. El chico cogió su móvil y empezó a marcar un número de teléfono. Pero al ver que ponía una mueca de disgusto y guardaba otra vez el susodicho aparato, supe que su intento de llamar a alguien era en vano.
-¿Llamabas a tu jefe?
El chico me miró y sonrió. No sé que tenía de graciosa esa pregunta.
-Mira, no sé cómo te llamas, pero, ¿Te importaría…?
-Sergio.
-¿Cómo?
-Que me llamo Sergio. ¿Tu?
-Sandra.
-¿Trabajas aquí?
-Sí, en el departamento de Marketing.
-Ah, ya sé quién eres. Eres buena, me encanta como trabajas. La mejor publicidad de esta empresa es la que haces tú. Te conocen en más de la mitad de los países en los que está la empresa expandiéndose.
-Ams… Gracias. ¿Y cómo sabes tú eso de mí?
-Mi padre habla mucho de ti.
-¿Tu padre? ¿Lo conozco de algo?
-Es el jefe de la compañía. Ángel Silvestre.
Me quedé a cuadros, y por poco se me caen todas las carpetas que sostenía. ¡Estaba hablando con el hijo del jefe! ¡Y me estaba diciendo que trabajaba muy bien! Lo que parecía un día horrible, se acaba de tornar en algo perfecto.
-Mira, ya que no podemos entrar. ¿Te apetece tomar un café o algo? Lo que se pueda. Así hablamos de tus ideas de publicidad.