-¿Dónde estamos?
-Ahora lo verás.
Ambos caminaban uno tras el otro, por un pequeño callejón. La luna no brillaba en el cielo nocturno, y no había luces por ninguna parte. Estaba todo totalmente oscuro.
Pero ambos veían perfectamente. Tenían la vista especializada en la oscuridad.
-Lorenzo, ¿a dónde vamos? Mira que como intentes algo…
El hombre lobo se quedó parado, escuchando el sonido. Aparentemente no se escuchaba nada. Pero un murmullo de voces se escuchaba al fondo.
-Oh Dios. ¡Me estás llevando a una emboscada!
James sacó su cuchillo de plata de la funda y arremetió contra Lorenzo. Este esquivó el ataque perfectamente.
-Espera, no es lo que tú crees.
-¿Y entonces qué es?
-Han secuestrado a una compañera nuestra. Y solo tú no puedes ayudar. Ha sido un vampiro. De eso estamos seguros. Pero aún no sabemos con certeza donde está. Solo que la tienen retenida en contra de su voluntad.
-¿Por qué tendría que ayudaros yo? Además, tú me odias desde tiempos inmemoriales. Casi desde que me convertí. Que fue cuando te conocí. Al principio no entendía por qué me odiabas. Pero luego me di cuenta de que los hombres lobo y los vampiros siempre se llevan mal. Así que, si nos odiamos mutuamente, ¿por qué me pides ayuda?
El hombre lobo suspiró y se sentó sobre una caja que había tirada en el suelo. De su pantalón sacó una pequeña cartera. Aunque no lo pareciese. Ellos también hacían algo de vida normal. Y para ello necesitaban dinero.
De la cartera, sacó como una pequeña foto. Estaba algo rota y doblada. Se notaba que miraba mucho la foto.
-Es mi hermana. La secuestraron. Necesito encontrarla. –Lorenzo no apartaba la mirada de la foto. –Necesito tu ayuda. Tú puedes intentar encontrarla. Tú puedes rescatarla.
James no veía la foto desde donde estaba situado. Se imaginó a una chica un poco más menuda que Lorenzo, quizás rubia, o de pelo castaño como él. Tendría los mismos ojos castaños que él.
-Ella no es como yo. Apenas no parecemos un ápice. Yo salí a mi padre, y ella, como no. A mi madre. Pero bueno, que decirte. Tú la conociste.
La mirada de Lorenzo era triste, y a la vez reveladora. Su mirada, decía que le iba a contar algo a Jason que él no quería, ella no quería, o ambos no querían.
-Yo no conozco a tu hermana, Lorenzo. Así que déjame en paz. No os voy a ayudar.
Dio media vuelta y comenzó a caminar dirección contraria a Lorenzo. Una mano se posó en su hombro.
-Es Christina. Mi hermana es Christina.
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