martes, 19 de marzo de 2013

Tu mayor tesoro.

Esperas impaciente. Ellas te dijeron que pronto lo ibas a ver. Estás cansada, tienes sueño. Pero eso no te va a quitar las ganas que tienes de verlo. Esperas impaciente. Estás es ascuas. Deseas a toda costa saber como es.
Escuchas a unas chicas fuera, una de ellas tiene un bebé en brazos y llora feliz, las otras deben de ser sus amigas que la fueron a ver. 
Pasan los minutos y tú aun no tienes noticias. Te empiezas a desesperar. Tu madre te aprieta la mano intentando tranquilizarte, pero poco consigue. 
Te muerdes el labio y te pones más nerviosa. "¿Donde está?" Te preguntas una y otra vez. 
En ese momento, de lo único que tienes ganas es de echarte a correr para buscarlo, encontrarlo, abrazarlo, darle miles de besos. Cuidarlo y no soltarlo nunca. 
Piensas en lo que será en unos años. Verlo con sus amigos, sonriendo. Caminando con una sonrisa dibujada en su dulce carita. 
Una mujer joven vestida de blanco te hace un gesto con la mano abierta a la vez que vocaliza un "cinco" inaudible. 
Cinco minutos. Cinco minutos es lo que queda. Nervios. Casi tiemblas de los nervios. Miras el reloj, no ha pasado ni medio minuto. El tiempo parece eternizarse. Parece volverse a cada momento más y más lento. Como si alguien se aburriese y estuviese jugando a manipular el tiempo.
De pronto, una enfermera entra por la puerta con un bebé en brazos. Tus ojos se anegan de lagrimas y empiezas a llorar emocionada. Lo coges con cuidado en brazos y le das un dulce beso en la frente a la vez que lo pegas a tu cuerpo. 
"Que por nada del mundo alguien le haga daño, o lo mato". Piensas.
Y es que es tu hijo. Tu mayor tesoro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario