martes, 3 de diciembre de 2013

Alexander y Megan. 2. No entiendo nada

Cuando desperté me encontraba en el hospital. Y al darme cuenta de donde me encontraba, recordé por que estaba aquí.
-No estoy muerta...
Me encontraba sola en la habitación, me levanté de la cama y salí al pasillo. Una enfermera que pasaba por allí me instó en que volviese a la cama, que iba a avisar al doctor. Yo le insistí en que quería saber si estaba bien Alex. Me miraba sin comprender.
Al final, volví a la habitación a regañadientes y me senté en la cama. Estaba algo mareada por haberme levantado así. Pero no tenía pensado admitirlo.
-Toc toc. ¿Se puede?
El rostro de mi queridísima hermana se asomó por la puerta y vino casi corriendo a darme un abrazo.
-Hay enana. Que susto nos has dado. Nos ha dicho el doctor que ha sido un bajón de azúcar. Así que ya sabes. Hay que tomar más Coca Cola!!
¿Bajón de azúcar? ¡¿Que?!
-Mamá está abajo, hablando con el chico que te encontró en el bosque. Tuviste suerte de que apareciese él por allí. El doctor Smith ha dicho que llegaste con la tensión por el suelo. Que estabas palidísima y que parecías muerta. Si no llegase a ser por que tenias pulso, ¡Se podría pensar que lo estabas! Menos mal que todo esto solo quedó en un susto, Meg. Pero menudos sustos nos pegas.
Me abrazó otra vez fuertemente, casi parecía que quería fusionarse conmigo. Le devolví el abrazó como pude. Me dio un leve beso en la mejilla y salió de la habitación como alma que lleva el diablo.
Busqué mi móvil por todas partes, y al final lo encontré en una bolsa que estaba en el armario. Justo a su lado, había un cargador. "Kathy..." fue lo primero que pensé al verlo. En mi hermana mayor.
-Hola, princesa. Venía a ver que tal estabas. Me han dicho que un rubiales te encontró en el bosque y tenía que saber que tal estabas. 
Me giré en redondo y vi a Kellan entrando por la puerta. Corrí a su encuentro y le dí un fuerte abrazo. 
-Kellan! Cuanto me alegro de verte. -Le dí un leve beso en los labios y me separé de el. -Pero está mi madre por ahí. ¿No tienes miedo de que te vea?
-Que va! Además, acaso su hija no puede tener amigos?
Amigos. Siempre amigos. ¿Acaso no puede ser esto una relación normal? Después de casi un año juntos, para el resto del mundo solo somos dos buenos amigos. ¿Es esto normal? NO! Estaba empezando a cansarme de esto. Pero lo quería, y por eso me sentía incapaz de decir nada. 
-Princesa... -Me abrazó otra vez y me besó en la frente. -Sabes que te adoro. 
Adorarme. Un "Te amo" es mucho para ti? 
-Lo sé, peque. 
Su móvil comenzó a sonar, me hizo un gesto de "Tengo que contestar" y salió de mi habitación. Suspiré y conecté el móvil a la corriente. Una vez encendido, empezó a vibrar como un loco. Tenía cientos de Whatsapp y de llamadas perdidas. 
Llamadas de mi madre, de mi hermana, de Kellan, de mis amigas... y de Alex no tenía nada. 
¿Donde demonios se había metido?

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Alexander y Megan. 1 - Sombra Nocturna

-¡Alex! ¿Donde diablos te has metido?
Camino lentamente atisbando levemente donde estoy pisando. La tierra está blanda y húmeda. Las ramas bajas de los árboles y las raíces que sobresalen del suelo ya me han provocado algún rasguño en piernas y brazos. A cada momento se ve menos, y mis esperanzas de encontrar a Alex y de salir antes de oscurecer del todo se apagan poco a poco.
-¡Vamos Alex! ¡No te escondas! ¡Esto no me parece divertido!
Sigo caminando un poco más a tientas cuando escucho unos pasos acercarse por un lado. Las pisadas se acercan cada vez más, y solo espero que sea él. Las pisadas, de repente, se detienen a una distancia en la que se me hace imposible reconocerlo. 
-¿Alex?
No contesta.
Me acerco levemente a donde se suponía que estaba él, un pequeño resquicio de luz entra entre las ramas y puedo ver sus zapatos y pantalón. Lo que veo son unos vaqueros y unas botas de montaña. Lo que Alex llevaba puesto eran unos tenis. 
Me alejo poco a poco procurando no hacer ningún ruido que me delate. Pero es imposible. Al primer paso que doy hacía atrás las hojas secas del suelo crujen bajo mis pies. Entonces, al ver que me va a ser imposible escapar sin hacer ruido, opto por correr. 
Las ramas me rascan en brazos y cara. Tropiezo unas cuantas veces, rebozandome en el suelo. De repente, algo me tira al suelo y se queda sobre mi. Una mano me tapa la boca. Lo primero que se me viene a la mente es que es el hombre que intentaba dejar atrás. 
-Megan, shh, no digas nada. 
¡Alex! Me giro y veo levemente la silueta de su cara. Empiezo a llorar feliz. Nunca pensé que estaría tan feliz de verlo, y más encima mía.
-Megan. -Hablaba tan bajo que casi no me entero. -Vamos a salir de aquí, pero creo que tu también te encontraste con alguien. 
-¿Quienes son?
-No lo sé, pero hace hace horas me pusieron una pistola en la frente. Me llevaron a una cabaña y cuando supieron que no estaba solo, salieron todos. Yo supuestamente quedaba atado, pero conseguí soltarme. Vamos, dame la mano y sígueme. Creo que sé como salir de aquí. 
Nos levantamos del suelo haciendo el mínimo ruido y comenzamos a andar. Mucha gente en estos momentos estaría llamando por teléfono para pedir ayuda. Nosotros lo hubiésemos echo si no fuese por haber malgastado la batería, yo en jugar al Candy Crush y el con uno de coches. 
-Alex, estoy muy asustada. 
Se paró en secó y se giró para mirarme. La luna había salido, y algo de su luz iluminaba el bosque con un leve encanto. Alex me cogió la cara con ambas manos y se acercó a mi.
-Megan. Se que no te lo puedo asegurar. Pero si mi vida depende de ello, saldrás de aquí bien. Te lo prometo. 
-Pero no quiero que te suceda nada. No podría sentirme bien si yo salgo bien de aquí y tu no. 
Me besó en la frente y me abrazó. Luego volvió a tirar de mi y continuamos lentamente. 
Al cabo de unos minutos, o una hora, no estaba segura, escuchamos pisadas que nos seguían de cerca. Alex empezó a correr tirando de mi, por lo que yo no se si corría o mas bien tiraba de mi. 
Instantes después pude ver unas luces a lo lejos. ¡El pueblo! Si podía, aún corría con más rapidez. Ya quería llegar al pueblo y refugiarme en mi habitación. Quería abrazarme a Alex feliz por haber salido de allí bien los dos. Así que corrimos. 
Salimos del bosque, pero aún quedaba un tramo hasta el pueblo. Estábamos en un campo abierto. Con bastante claridad. Nos miramos pensando que ya casi estaba. Ya poco faltaba. Pero de repente...
Un disparo. Nos quedamos quietos. Como si hubiésemos chocado contra una pared. 
-Chicos. No os mováis, no hagáis nada u os mato a los dos.
Miré a Alex y tenía la mirada triste. 
-Mire. No queremos problemas. Solo queremos volver a casa. 
-¡DE AQUÍ NO SE MUEVE NADIE A MENOS QUE LO DIGA YO!
Me estremecí del miedo y empecé a llorar. Esto me sobrepasaba. No podía con ello. El pulso me iba a cinco mil por hora. La vista, se me empezó a nublar. Y lo único que recuerdo antes de desvanecerme y perder la consciencia, fue a Alex mirarme con preocupación y cogerme antes de caer. 

 
 

lunes, 9 de septiembre de 2013

Lorenzo y Jason. 6. Amor... Odio?

.¿Padre?
Jason miraba a su padre bajo el umbral de la puerta. El hombre, lo miró con los ojos como platos y al cabo de un minuto, se acercó a el y le dio un fuerte abrazo.
-Hijo mio. ¿Como has sabido de mi? Te he echado tanto de menos. No sabes cuantas veces e pensado en ti. Cuantas veces me he preguntado si alguna vez me querrías volver a ver.
-Te conocen en toda Nueva York, padre.
Se soltaron del abrazo en el que se encontraban y entraron al salón.
-Y dime hijo. ¿Cual es el motivo de tu visita?
-Nada en particular, padre. Solamente quería hablar con vos, os e echado de menos, padre.
Mentía. Pero Rephain no lo podía notar, ya que la sangre no corría por sus venas, no tenía tics ni nada que lo pudiese delatar. Y si aun hubiese algo que lo pudiese delatar, como gestos. James había aprendido a disimularlos a lo largo del tiempo.
-Y dime hijo mio. ¿Que fue de tu madre cuando me fui?
Los recuerdos de aquellos años volvieron a su mente como un flash. Su madre, Sophia, lloraba tumbada en cama. Casi no prestaba atención a su hijo. La gente del pueblo la empezó a mirar mal. A difamar sobre ella. Decían que ella había matado a su marido y lo había enterrado en algún lugar. Otros se aventuraban a decir que era una bruja y que lo había transformado en otro animal. Pero lo que mas le dolía a ella, eran los que decían que se había ido en busca de otras mujeres por que ella al ser una simple sirvienta no merecía nada. Meses después, ya no lo soportaba más. James veía como su madre se apagaba día a día. Un año después de marchar su marido, Sophia se suicidó, se ahorcó. El joven James, de tan solo 5 años de edad, fue acogido en la casa de su tía. En la que creció hasta que su padre le anuló la posibilidad de vivir una vida normal.
-Creo que lo sabes perfectamente, padre.
Asintió.
-Hijo mio. Quiero que sepas que no fue decisión mía. Tenia que hacerlo. Espero que algún día puedas perdonarme lo pasado en aquella época. Es más, quise volver a por ti, tantas y tantas veces, pero no podía. No sabía controlar mi sed. Y tenía tanto miedo de matarte.
-¿Y entonces por que volviste, padre? ¿Querías convertirme? ¿Querías que pasara la inmortalidad a tu lado?
-Claro que quería, hijo mio. Siempre fuiste lo mejor de mi vida. Tu y tu madre.
James se levantó del asiento y miró furioso a su padre.
-Tenía planes. ¿Lo sabias? Iba a pedirle matrimonio a una joven. Iba a montar una familia con ella. Estábamos enamorados, incluso. Y tu... Tu, padre. Me arrebataste aquel futuro pensando que quería vivir eternamente a tu lado. ¡Como pudiste siquiera pensar que yo querría la misma vida que tú!
James dio un fuerte puñetazo sobre la mesa y la partió.
Los gritos se escuchaban incluso en la habitación contigua. En la cual se encontraba Christina. Escuchaba todo claramente. E incluso fue capaz de reconocer la voz del joven que discutía con su raptor.
Era el joven que un día desapareció de su vida. Sin más, sin dejar rastro. El joven que le había prometido que se casaría con ella. Que iba a pedir su mano a su padre.
Ella pensaba que había huido en un ataque de cobardía. Pero se alegró a la vez que se cabreaba al saber la verdad.
Por mucho que lo quisiese, ella era Loba. Vampiros y Hombres lobo no pueden quererse. Va contra las reglas. Y pueden traer muchos problemas.

jueves, 5 de septiembre de 2013

NOTICIAS

Se que hace meses que no escribo ninguna entrada nueva. Lo se... Lo se... NO ME MATEIS!! JAJAJAJA
Estube algo liadilla. Pero espero poder pronto subir mas relatos nuevos y seguir con "Lorenzo y Jason".
Os ire avisando de todo por mi twitter a los/as que me sigais pero no entreis mucho por blogger.
Os espero proximamente con mas relatos!!!
Bye bye :)

martes, 26 de marzo de 2013

Heartbreaker

Llorar en la cama como un tonto, por que eso es lo que e sido. Un tonto, un ciego, alguien que no quiso ver lo que pasaba ante sus ojos. Un tonto al que le han roto el corazón.
Me avisaron, me dijeron una y otra vez que era una rompe corazones, pero no quise escuchar nunca. El amor me cegó la razón.
¿Y ahora que? Ahora trato de seguir en pie sobre las tablas de nuestra función. Miro el CD que ella me regaló y suelto una pequeña lágrima. Eran nuestras canciones.

No puedo describirte, 
no puedo siquiera nombrarte. 
Sólo son líneas que caen sobre el papel 
intentando dibujarte. 


Y más y más lágrimas. No puedo más. Me siento en el cementerio de la soledad.
Apago el reproductor bruscamente y salgo a la calle cabreado. Tengo que hablar con ella. Necesito hablar con ella más bien. Porque... cual fue el error de los últimos besos? Arranco y voy camino a su casa. A su nueva casa. A la casa de su nuevo novio. O más bien, de su nueva víctima. 
¡SI NI SIQUIERA HACE DOS SEMANAS QUE ROMPIMOS!
Estoy cabreado, mucho. La odiara con toda mi alma, pero la quiero. Empiezo a tener recuerdos mientras voy en su busca, cabreado, conduciendo cada vez más y más rápido. Aquel día que fuimos a la playa, aquel chaparrón en París en un día de mayo, cuando te dije que te quería conmigo toda la vida...
Pero de pronto todos mis pensamientos se sumieron en una profunda oscuridad. Cuando recuperé la consciensciencia reparé que mientras pensaba en ella, me olvidé de todo, cuando vi aquella curva ya era demasiado tarde. Iba a 120 y ya me era imposible frenar a tiempo. Con todas esas, clavé los frenos y giré en un intento de salvar la situación. Lo único que conseguí fué dar un par de vueltas de campana y acabar en medio de la nada boca abajo. Así que en el silencio de esta ciudad empezaron a sonar sirenas, no podía ver nada. Me dolía todo el cuerpo y la sangre se me subía a la cabeza. Tenía una pequeña brecha en la frente y la sangre me manchaba todo el pelo. Solo sentía que quería volver. Pero ya no para suplicar que vuelvas, ahora me doy cuenta de que es mejor así. Si no para luchar por una nueva vida. Ahora me doy cuenta de que lo nuestro ya se fue y de que no va a volver. 
Una voz, una dulce voz me acaricia la mano y me anima a luchar por vivir, "Eres demasiado guapo para morir". Me rio e intento abrir los ojos, pero el reir hace que me duela el pecho.
-No te rias, rubiales. Vamos a sacarte de aquí, abre los ojos anda.
Abro los ojos poco a poco, empieza a entrar algo de luz entre ellos y la puedo ver, es de pelo castaño, corto y aplastado ligeramente por la gorra... de policía. Pero es guapa, tiene los labios voluminosos y unos ojos castaño-dorados, bajo ellos hay unas pequeñas pecas. 
En ese momento siento que todo vuelve a renacer en mi interior, esos sentimientos que estaban llenos de dolor vuelven a revivir y de una manera tan pura y buena que me emociono. 





Antes de nada, quería explicar el significado de las frases y palabras que están en cursiva. No se si much@s conoceréis al grupo "Auryn", una banda española. 
Pues bien, hoy salía a la venta su segundo CD "Anti-Heroes", y quería hacerles una especie de homenaje, ya que es una de las bandas del momento que más me gustan.
Un besazo a tod@s, os espero de vuelta!

martes, 19 de marzo de 2013

Tu mayor tesoro.

Esperas impaciente. Ellas te dijeron que pronto lo ibas a ver. Estás cansada, tienes sueño. Pero eso no te va a quitar las ganas que tienes de verlo. Esperas impaciente. Estás es ascuas. Deseas a toda costa saber como es.
Escuchas a unas chicas fuera, una de ellas tiene un bebé en brazos y llora feliz, las otras deben de ser sus amigas que la fueron a ver. 
Pasan los minutos y tú aun no tienes noticias. Te empiezas a desesperar. Tu madre te aprieta la mano intentando tranquilizarte, pero poco consigue. 
Te muerdes el labio y te pones más nerviosa. "¿Donde está?" Te preguntas una y otra vez. 
En ese momento, de lo único que tienes ganas es de echarte a correr para buscarlo, encontrarlo, abrazarlo, darle miles de besos. Cuidarlo y no soltarlo nunca. 
Piensas en lo que será en unos años. Verlo con sus amigos, sonriendo. Caminando con una sonrisa dibujada en su dulce carita. 
Una mujer joven vestida de blanco te hace un gesto con la mano abierta a la vez que vocaliza un "cinco" inaudible. 
Cinco minutos. Cinco minutos es lo que queda. Nervios. Casi tiemblas de los nervios. Miras el reloj, no ha pasado ni medio minuto. El tiempo parece eternizarse. Parece volverse a cada momento más y más lento. Como si alguien se aburriese y estuviese jugando a manipular el tiempo.
De pronto, una enfermera entra por la puerta con un bebé en brazos. Tus ojos se anegan de lagrimas y empiezas a llorar emocionada. Lo coges con cuidado en brazos y le das un dulce beso en la frente a la vez que lo pegas a tu cuerpo. 
"Que por nada del mundo alguien le haga daño, o lo mato". Piensas.
Y es que es tu hijo. Tu mayor tesoro.

lunes, 18 de marzo de 2013

Lorenzo y Jason. 5. El mal tiene muchas caras.

-Ven, pequeña, ven. No te voy a hacer daño.
Ambos sabían que aquello era una gran mentira, pero con todas esas, la joven se acercó al hombre. La agarró por el mentón e hizo que lo mirase a los ojos.
-Así me gusta pequeña, que seas obediente.
Los grandes ojos rojos del hombre le daban asco, repugnancia, se le revolvían las entrañas. Pero ese hombre era más fuerte que ella.
-¿Que quieres de mi?
El hombre se rió con ganas, y con un simple movimiento de muñeca, la tiró al suelo dejándola tumbada mirando cara él. Se arrodilló a su lado y la miró amenazadoramente.
-Te voy a dar varias reglas que debes de seguir. La primera, me obedecerás a todo lo que te ordene. Sin rechistar ni intentar evitarlo. La segunda, no preguntes si no te doy permiso para ello. Te cortaré la lengua. La tercera. No intentes nada extraño. O te mato. ¿Te ha quedado clarito?
La joven asintió con la cabeza, asustada.
-Ahora, vete a tu habitación. ¡YA!
La chica salió corriendo e hizo lo que el hombre le mandaba. No lo quería obedecer, pero no le quedaba otra. Tenía que hacerlo o morir. Se arrinconó en una esquina de la habitación y se puso a llorar. La verdad es que quizás la muerte no era tan mala. Después de tantos siglos viviendo la vida ya era bastante aburrida.
"¿Por qué salí a escondidas de casa de James?, ¿Por qué no me quedé como me dijo él?" Se repetía la joven una y otra vez.

La vio salir del salón como alma que lleva el diablo, pero teniendo en cuenta en la compañía en la que estaba, casi se podría decir que estaba escapando del mismísimo Satán.
El sonreía, le hacía gracia lo asustada que estaba la joven. Y a la vez, le encanta. Es muy guapa. Muy mona. Esos rizos pelirrojos y esas pecas le quedan muy bien. Pero es un simple pasatiempo.
Por ahora no le apetece hacer nada. Esperará unos días a que le apetezca mucho más. Mientras, tiene que pensar de que forma la matará.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Lorenzo y Jason. 4. Rephaim


Después de tantos y tantos años sin saber de ella, pensando que se abría casado con el hombre más rico del pueblo, o quizás, con el más rico de la zona, resultaba que no. Que todo lo que él creía que había pasado, había desaparecido.
O más bien, había aparecido de nuevo.
Christina, su Christina, estaba viva. Bueno, era una mujer loba, pero estaba viva. Su Christina…
-¿Me ayudarás o no?
La voz de Lorenzo despertó de sus pensamientos al vampiro, que parecía que en cualquier momento se iba a desmayar.
Pero de repente, cayó en la cuenta de algo. Se puso rígido y miró inquisitivamente al hombre lobo.
-Me estás engañando. Christina no es tu hermana, y mucho menos una mujer loba. Ella nunca me había contado nada, y a ti nunca te vi con ella. Así que Lorenzo, se sincero. Y no me mientas.
El hombre lobo lo miró y bajó la cabeza cabizbajo. No sabía cómo decírselo o demostrárselo para que lo ayudase. Decía la verdad. ¿Para qué mentir? Sí, odiaba a ese estúpido chupasangres, pero eso no quita que quiere a su hermana, su hermanita. Su pequeña hermana que ahora está secuestrada por aquel asqueroso.
-No tengo como demostrarlo, pero es la verdad. Tienes que ayudarme. Si consigues rescatarla sana y salva haré lo que quieras.
Jason miró al hombre lobo con detenimiento, parecía sincero. Con todas esas, tendría que andarse con pies de plomo. Estaba en un terreno peligroso.
-Está bien, te ayudaré a recuperar a tu “hermanita”. –Acentuó mucho la última palabra, dando a decir que le llamaba así por no llamarla de cualquier otra forma, dudando de que la joven fuese su hermana. -Pero necesitaré cosas.
El lobo sonrió y le dio un papel con una dirección y un nombre. Jason lo desdobló con cautela y se quedó atónito. Aquello iba a ser difícil. Apenas conocía a ese vampiro, pero a su vez si lo conocía.
Era y es el vampiro más temido en los Estados Unidos. No solo en la ciudad. Si no en completo. Es fuerte, astuto, malvado. Nadie es capaz de enfrentarse a él. Nadie lo conoce lo suficiente.
Pero como bien decía Lorenzo. Él es el único que lo puede ayudar.
Ya que Rephaim era su padre. 

martes, 12 de febrero de 2013

Mascarada

El carruaje se detuvo y un criado abrio la puerta de este. Me ofreció en brazo para ayudarme a bajar. Lo mismo hizo con mi tia que venia conmigo.
Cerró la puerta y el carruaje salió de aquella mansión.
La música de la orquesta se escuchaba fuera. En camino estaba completamente iluminado con unos pequeños candelabros de aceite.
-Elisabeth. Ponte el antifaz.
Resople y lo hice. No me gustaban las mascaradas. Pero para nada.
Mi tía me enlazó nuestros brazos y casi tiraba de mi para entrar en aquella mansión.
-La duquesa Fayrchild y su sobrina.
Y su sobrina. Siempre era presentada así. ¿Por que? Pues por que yo no tenía ningún titulo. Ninguno. Mi padre. El hermano de mia tía. Había sido desheredado y obligado a desprenderse de todos sus titulos al casarse con una criada. Algo que sus padres. Mis abuelos. No permitian. Una vez que ambos murieron. Hará poco menos de dos años, mi tía me acogió. Decía que yo no tenía culpa de las decisiones de mi padre.
Así que aquí estoy. Bajando estas fabulosas escaleras que llevan al salón de baile, sugetando el vestido un poco el alto para no tropezar con el y sugentado a su vez la mascara.
Me sentía un poco torpe. Todas las que alli estaban bailando parecian cisnes. Yo en cambio. Era el patito feo.
Seguí a mi tía en silencio tras la gente toda. Tropecé con varias, que me miraron mal al interrumpirles el baile.
Entre varios "Perdón", "Disculpad" y "Lo siento" llegamos a un grupo de gente a la cual mi tía saludo.
Entre ese grupo de gente. Había un joven. Llevaba un antifaz blanco con lineas doradas y negras. Su ropa era beige y con lineas tambien doradas. A traves del antifaz, podía ver sus ojos. Los cuales eran de un verde almendrado y con largas pestañas. Me derretí con solo verlo.
No literalmente, claro. Pero es que en todos los años que llevaba viendo los rostros de la gente. Nunca había visto a nadie como el.
-Elisabeth. Este es el hijo del Duque de Wertz, Sebastian.
Creo que en ese momento me sonrrojé bastante. Le hice una pequeña reverencia y lo saludé.
-Le importaría concederme este baile, señorita Elisabeth.
-Encantada.
Puso su mano y yo puse la mia sobre la suya a la vez que nos dirigiamos a la pista de baile.
Mientras bailabamos. Era incapaz de apartar la mirada de sus ojos. Eran preciosisimos.
-¿Le apetece dar un paseo por el jardín, señorita Elisabeth?
Asentí y acompañe a Sebastian a los jardines.
Despues de dar un paseo y estar charlando un rato, nos sentamos en un banquito de piedra que había bajo un gran roble.
-¿Elisabeth, podría ver su rostro? Ya se que me gustan sus ojos grises y su pelo castaño. Pero me gustaría ver su cara completamente.
El se quitó su antifaz y me miró espectante. Era aun más guapo sin el antifaz. Mucho mas guapo. Ante su mirada. Dejé caer el brazo lentamente y el me agarró la cara con sus manos.
-Eres aun más guapa de lo que pensaba...
Comenzó a acercar su cara a la mia lentamente. Estaba cada vez más cerca. Y justo cuando sus labios iban a tocar los mios, escuché unos gritos de mi tía.
-¡Elisabeth! ¡Elisabeth!
Miré a Sebastian y le dije a la vez que me levantaba.
-Espero que nos volvamos a encontrar.
-Eso espero yo tambien.

lunes, 11 de febrero de 2013

Enamorada... De Ti...

Suena el despertador. Te estiras. Te encoges. Te vuelves a estirar. Tienes los musculos dormidos. De repente. Recuerdas el día que es hoy y sonrries. Te abrazas a la almohada fuertemente.
Te sientes feliz. Por que sabes que hoy es el dia. Hoy es el gran día.
Piensas en el. En esa persona que te tiene robado el corazon. En esa persona que lo unico que hace es hacerte feliz.
Y tu estas enamorada. Locamente enamorada. O incluso mucho mas que eso. Para ti el lo es todo. Para ti el es lo mejor del mundo. Es una pieza de tu corazon que encaja perfectamente en su lugar. Y sabes que nadie encajaria igual de bien.
Eres feliz. Y no te importa que todo el mundo lo sepa. Es más. Quieres que todo el mundo lo sepa.
Hoy es el gran día. "Hoy lo veo". Piensas.
Te levantas y ves tu vestido blanco encolgado en la puerta. Sonrries nuevamente al imaginarte con el puesto en unas horas.
"Si, hoy es el gran día".

martes, 5 de febrero de 2013

Carreras ilegales

Nada más abrir la puerta principal, Alex cogió aire muy fuerte, para luego expulsarlo lentamente. Estaba saboreando el aire fresco.
Aunque bueno. Aire fresco no era precisamente. El aire de la ciudad está realmente contaminado.
Aunque conparado con el aire de su oficina. Si, se le puede llamar aire fresco.
Cruzó para meterse en el aparcamiento que había justo en frente. Metió su maleta y la chaqueta de su traje en la parte trasera de su coche.
Salió a toda velocidad de aquel aparcamiento y se fué a las afueras. Allí habia quedado con su amigo y con otro grupo que, según decía Alex, eran "un criajos de poca monta que se van de buenos cuando no valen nada. Todo lo que tienen es por el dinero de papá. Y eso no les ayuda en nada".
Tenian organizada una pequeña carrera, ilegal, como casi todas. Pero era la mejor manera de ganar dinero.
-¿Que tal, Alex? Ya pensabamos que no ibas a venir.
Su amigo, Stefano, llevaba la competición en las venas. Su padre, su tío, su abuelo... Todos eran corredores. Y el no se iba a quedar atras.
-¿Alguna vez me he echado atras, Stefano? Sabes que no. Además, le tengo muchas ganas a esos M3 de esos criajos. ¿Tu no?
-La verdad es que si. Yo me pido el rojo.
-No hay problema. Para ti. A mi me gusta más el negro.
Los dos chicos de los M3 se acercaron a ellos. No parecian Italianos. Como ellos. Iban demasiado pijos.
-Inglesitos, ¿preparados para morder el polvo?
-Eso lo tendríamos que preguntar nosotros.
Ambos jovenes se rieron. Con ganas y mirandose el uno al otro. ¡Ni que fueran a ganarle esos pijos de poca monta!
Sus carcajadas se detuvieron en el momento en que que apareció un pequeño porche amarillo y de el salierón dos chicas morenas muy guapas.
-Que, vais a empezar ya o me largo. -Dijo una de ellas.
Los ingleses la miraron con cara de asco. Los otros dos saludaron a su amiga.
-Bien, recordar. Salis de aqui cuando yo tire el pañuelo. Dais la vuelta en la rotonda, volveis y sale el segundo conductor. Sobre todo. ¡El segundo no puede salir sin que primero alla llegado el compañero! ¿Entendido?
Todos asintieron.
Se metieron en sus respectivos coches y se situaron.
-Esto va a ser interesante... -Decía Alex.
Justo en ese momento, la chica tiró el pañuelo y uno de los ingleses y Stefano arrancaron a la vez.
Empezó mejor su amigo, aunque igualmenfe estaba muy ceñida la carrera. Adelantaba uno y adelantaba el otro. Llegaron a la rotonda. Ambos por la derecha. Pero el ingles, dió un volantazo y Stefano se salió de la pista.
Ambos Italianos empezaron a decir obscenidades. Y como no. Aquellos ingleses hacían trampas. Y Alex se lo haría pagar. Fuese dentro o fuera de la pista.
El italiano llegó, por lo que el otro también salió.
-Vamos Stefano... Vamos....
Cuando al fin llegó Stefano, Alex salió como alma que lleva el diablo. Iban en desventaja, y no quería perder su Subaru. ¡Ni en broma!
El italiano dió la curva, pero no contaba con que Alex, se le pusiese delante por sorpresa cuando ya enfilara la recta.
Dió un volantazo que Alex aprobechó para igualarlo. Ambos iban muy a la par. Y justo antes de llegar, Alex activó el Nitro.
-¡Hijos de puta!
-Dejate de tonterías, vamos. Dame los papeles del coche. ¡Ese rojo ahora es mio!
Cuando Alex bajó del coche abrazó a su amigo y se pusieron a saltar.
-Grande, Alex. ¡Eres grande!

lunes, 4 de febrero de 2013

Es amor es la droga más fuerte.

"No importa que llueva, si estoy cerca de ti..."
-Otra canción relacionada con amor. Pues mira tu que bien. El amor es precioso.
Leire apagó la radio y suspiró. Estaba hundida, y esas canciones no la ayudaban a ser feliz. Hacía ya un mes que Carlos y ella habian roto. Pero ella aun no lo había superado.
Y no creia poder hacerlo nunca.
Se levantó de la cama y se miró al espejo. Tenía ojeras. Y muy marcadas.
-Soy un autentico desastre.
Se maquilló un poco para ocultar cualquier rastro de las lagrimas de esa noche, se cambió de ropa y se hizo una coleta antes de bajar al mismo de bar de todas las mañanas.
Si, ella sabia que no debería de ir allí. Ya que aquel bar está lleno de recuerdos para ella.
En aquel bar lo conoció, en aquel bar pasaron muchas mañanas y tardes, en aquel bar... El la dejó.
Cuando llegó a aquel bar se sentó en el mismo sitio de siempre, sin mirar a las demás personas que allí charlaban animadamente y desayunaban.
El camarero le trajo un café como el de siempre. La conocian. Y no hacía falta que dijese siempre su pedido.
-Gracias.
Dijo la joven con una leve sonrrisa.
Ellos no tenian la culpa de la desgracia de la chica. Y ella intentaba que no se notase. Aunque sin mucho éxito.
-¿Puedo sentarme?
Un joven. Alto, de cabello castaño, con ojos de color verde almendrado, el pelo engominado y vestido con unos vaqueros y una sudadera señalaba la silla que estaba frente a la joven.
Esta no pudo más que afirmas. Las palabras no conseguian salir de su boca.
-Leire. Necesito hablar contigo. -Dijo el joven mientras se sentaba.
No dejaba de mirarla. Era como si llevase años sin verla.
-Carlos. Me dijiste que no me querías volver a ver.
-Lo se, pero es que desde que pasó aquello, en el que te dije todo eso. No pude dejar de pensar en ti ni un solo minuto. Te echo muchisimo de menos, Leire. Y se que estás en todo tu derecho de mandarme a la mierda. Se que fui injusto contigo. Injusto con lo nuestro. Y ahora me doy cuenta. Si. Lo se. Puede que sea tarde. Puede que ya estes con otro chico que te haga más feliz que yo. Incluso más guapo. O ya puestos. Con alguien que tiene trabajo estable, con el que ya no tengas por que preocuparte en llegar a fin de mes. Alguien lo opuesto a mi. Pero Leire. Yo... Aun te amo.
El joven agachó la cabeza e intentó ocultar sus lagrimas. La quería. Si que la quería.
Leire, por otra parte. Estaba en estado de shock. Le llevó un buen rato hablar. Pero cuando lo hizo, fue concisa.
-Nunca habrá nadie mejor que tu, Carlos.
Este la miró y vió la cara de la chica. Estaba sonrriendo levemente y una pequeña lagrima discurria por su cara.
-¿Me perdonas?
-Siempre te perdonare, mi amor.

lunes, 21 de enero de 2013

Maldito temporal

Era una mañana fría y oscura. Pero claro, eran las siete de la mañana, en pleno invierno y estaba nevando. Y no nevaba poco. Para nada. Parecía una auténtica tempestad. A cada paso que dabas, el pie se te hundía varios centímetros en la inmensa capa de nieve. Así a lo rápido y sin medirlo. Diría que eran sobre cinco centímetros. Y no exagero para nada.Así que, a zancadas, y empapando igualmente mis botas nuevas, me dirigí a la oficina. Estaba a dos calles de  mi casa. Así que por mucho frío que hiciese, no era plan de coger un bus, ni mucho menos un taxi.El aire me cortaba la cara, no literalmente, pero era un aire tan frío, que hasta dolía. Era como sentir miles de cristales rozándote la cara.
De repente, no sé cómo, todas las luces de la calle se apagaron. Busqué mi móvil en el bolso y tampoco encendía. Se me había olvidado cargarlo. Así que estaba sin batería.Algunas de las personas que también estaban en la calle, empezaron a chillar (principalmente los niños), otras a correr. Otras sencillamente, como yo. Siguieron andando como si no pasase nada.Cuando llegué al edificio, me encontré con que no podía abrir la puerta. Empujé un largo rato para ver si así lograba entrar, pero era inútil. La puerta era electrónica, así que hasta que no volviese la luz veía complicado entrar.
-Perdone… -Un chico a mi espalda que llevaba un gran montón de carpetas entre los brazos me miraba inquisitivamente. – ¿Le importaría abrirme la puerta? Es que ahora mismo no puedo hacerlo yo, ya ve lo cargado que estoy.
-Lo haría, pero es que no abre. –Me encogí de hombros.
El chico dejó caer la cabeza sobre el montón de carpetas y suspiró.
-¿Y yo ahora que hago?
Volví a encogerme de hombros y me lo quedé mirando.
-Mira, tengo una idea. –Siguió hablando. – ¿Me puedes coger un par de carpetas mientras yo intento solucionar esto?
Puse los ojos en blanco y accedí. El chico cogió su móvil y empezó a marcar un número de teléfono. Pero al ver que ponía una mueca de disgusto y guardaba otra vez el susodicho aparato, supe que su intento de llamar a alguien era en vano.
-¿Llamabas a tu jefe?
El chico me miró y sonrió. No sé que tenía de graciosa esa pregunta.
-Mira, no sé cómo te llamas, pero, ¿Te importaría…?
-Sergio.
-¿Cómo?
-Que me llamo Sergio. ¿Tu?
-Sandra.
-¿Trabajas aquí?
-Sí, en el departamento de Marketing.
-Ah, ya sé quién eres. Eres buena, me encanta como trabajas. La mejor publicidad de esta empresa es la que haces tú. Te conocen en más de la mitad de los países en los que está la empresa expandiéndose.
-Ams… Gracias. ¿Y cómo sabes tú eso de mí?
-Mi padre habla mucho de ti.
-¿Tu padre? ¿Lo conozco de algo?
-Es el jefe de la compañía. Ángel Silvestre.
Me quedé a cuadros, y por poco se me caen todas las carpetas que sostenía. ¡Estaba hablando con el hijo del jefe! ¡Y me estaba diciendo que trabajaba muy bien! Lo que parecía un día horrible, se acaba de tornar en algo perfecto.
-Mira, ya que no podemos entrar. ¿Te apetece tomar un café o algo? Lo que se pueda. Así hablamos de tus ideas de publicidad.